La Semana Mundial del Suelo

Se celebra del 19 al 23 de abril con el objetivo concienciar sobre los beneficios de los suelos para la salud humana y el desarrollo sostenible.

 

El suelo es un recurso no renovable, ya que se necesitan 500 años para que se formen de manera natural 2 cm de tierra vegetal fértil.

 

La sostenibilidad de los suelos es fundamental para afrontar las presiones de una población cada vez mayor. El reconocimiento, la promoción y el apoyo para fomentar la gestión sostenible de los suelos pueden contribuir a la existencia de suelos sanos, y, por extensión, de un mundo que cuente con seguridad alimentaria de ecosistemas estables y que se utilicen de manera sostenible.

 

Según la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación (FAO):

 

  • El suelo retiene el triple de carbono que la atmósfera y puede ayudarnos a luchar contra el cambio climático.

 

  • Unos 815 millones de personas sufren inseguridad alimentaria y aproximadamente 2000 millones no disponen de alimentos suficientemente nutritivos. Esta situación se podría mitigar mediante la gestión adecuada de los suelos.

 

  • El 95% de los alimentos proviene del suelo.

 

  • El 33% de los suelos del planeta están degradados.

 

En México, la Comisión Nacional Forestal (CONAFOR) señala que estudios recientes demuestran que 64% de los suelos presentan problemas de degradación en diferentes niveles, que van de ligera a extrema.

 

El ser humano, como principal autor de la alteración, debe estar comprometido a realizar acciones de conservación y restauración de suelos con la finalidad de evitar la pérdida de especies y ecosistemas y de garantizar la preservación de sus funciones.

 

Es importante mencionar que el suelo es un recurso natural que está formado por minerales, materia orgánica, diminutos organismos vegetales y animales, agua y aire, es una capa delgada que se ha formado con los años con la desintegración de las rocas superficiales por la acción del agua, los cambios de temperatura y el viento.  Los suelos sanos son la base de la producción mundial de alimentos y juegan un papel importante en el ciclo del carbono.