Boca del Puma: Un tributo a la selva y a sus antepasados
Hay hombres cuyos sueños se hacen realidad y no por obra del destino o por un golpe de suerte, sino porque son fruto de su propio esfuerzo. El parque rural Boca del Puma es un sueño que se materializo gracias al empeño y al amor de un hombre por la selva y la naturaleza: Jesús Sánchez. Este parque esta ubicado en la Ruta de los Cenotes de Puerto Morelos, cerca del Jardín Botánico. Es un proyecto ejidal campesino, inscrito en el Registro Agrario Nacional para actividades ecológicas y de reforestación. Cuenta también con muchas atracciones para pasar un día lleno de aventura y sana diversión. Sin embargo, hay algo que lo distingue de muchos otros parques y es la pasión con la que fue construido.
El Cenote y las otras atracciones del parque
A medida que avanzaba la limpieza del parque, en medio de la selva se halló al cenote a que se le llamó Boca del Puma porque la entrada recordaba a las fauces del animal y ademas porque los antiguos habitantes de la zona contaban que allí vivía uno de estos felinos. El cenote estaba cubierto de lodo y tardo ocho años en limpiarlo con sus propias manos, solo con la ayuda de un muchachito que tenia el entusiasmo y la fuerza de un ejercito. Jesús ha ideado y construido todas las atracciones del parque, desde el muro de escalar, que consiste en una pared de 10 metros de altura, hasta la tirolesa, que ofrece una vista panorámica de la selva virgen. La combinación perfecta de la cultura local y la tradición maya inicia su aventura ella selva con un recorrido en bicicleta hacia la pequeña ciudad histórica de Central Vallarta. La singular historia de la selva y la calidez de los habitantes de la zona crean una oportunidad perfecta para conocer bien a la gente en un ambiente para nada comercial. Luego de vuelta a la reserva natural de Boca del Puma se puede caminar por los senderos de la selva, nadar en las refrescantes aguas cristalinas de sus cuevas subterráneas y visitar el museo chiclero.
Un proyecto eco-sustentable
Las palapas y las instalaciones del parque se han construido solo con los arboles que han sido derribados por causas naturales. Muchos arboles de zapote cayeron durante el huracán del 2006. Con esta madera se realizó un increíble y duro trabajo. Se construyeron 3 palapas que están ubicadas en la entrada del parque, en el cenote y en la zona de aventura con tirolesa. En la región todavía habitan animales como el jaguar negro y los monos araña. La comida que se consume en el parque consiste en arboles frutales y plantas de la reserva, tamarindo, naranja agria, limón procedentes de los arboles orgánicos del parque. Los tamales se cocinan en hojas de plátano de las propias plantas del banano. Se consume autentica comida maya, de elaboración local y con el apoyo de los pobladores de la región. El parque natural Boca del Puma es la realización del sueño de muchos hombres que se han atrevido a sacrificarlo por preservar el entorno y el ecosistema en que nacieron, a luchar por la Madre Tierra.
Un inteligente plan descabellado
Criado en una familia de chicleros y pioneros del estado de Quintana Roo, Jesús Sánchez aprendió a amar la naturaleza desde el día que llego a este mundo en el año 1967, en la espesa selva que hoy le sirve de hogar y sustento. Dice recordar la mirada de una mujer que ayudó a su madre a dar a luz y el olor de la selva, la misión de Jesús consistió siempre en proporcionar un servicio que no consumiera recursos naturales salvo que por el contrario procurara hacer de ellos una atracción turística para que no solo el pudiera disfruta de un pedazo de selva. Cuando continuó el proyecto y compartió esa idea con sus familiares y amigos todos pensaron que había perdido la razón pues Jesús era un hombre de mundo que había viajado y estudiado en universidad. Todos creían que era un plan descabellado dedicar su vida a vivir sin energía eléctrica rodeado de vegetación y de animales salvajes, solo de los recursos que la naturaleza proporciona, pero el se había empeñado en convertir aquel pedazo de tierra en lo que actualmente es un tributo a la selva y a sus antepasados. Jesús hizo caso omiso a los comentarios que todos aquellos que quisieron disuadirlo y apartarlo de su sueño. Con sus propias manos se dedico a mantener y proteger la selva a construir las atracciones del parque, sus primeras herramientas fueron el machete y el hacha con los que limpió los muchos senderos por donde años atrás habían transitado los antiguos mayas y después la gente local y los chicleros que extraían la resina para fabricar la goma de mascar natural.
Escrito por Anna Marshall